jueves, 22 de enero de 2009

Sigo pensando en los datos aislados,
en las indescriptibles mañanas ventosas de febrero.
Me pierdo en el recuento de lo no dicho,
lo no olvidado o lo no pedido.
Este invierno duelen los huesos,
a veces
y esa profundidad cási mística encierra una trampa en el tiempo,
cuando ronda una voz hecha de ruido y silencio,
de microscópicas esferas de sosiego.

1 comentario:

Mara Pastor dijo...

increíble este poema, el dolor de los huesos, lo comparto...